El monje se comió todos los pescados que tenia el hombre y fue al rio los orinó a todos y extrañamente salieron mas de la cuenta y se fueron nadando. El pescador como era muy inteligente se hizo amigo del monje. Cada vez que el pescador no tenia suficiente comida se la daba al monje y este expulsaba el doble de lo que se había comido, y siguieron así por un gran tiempo. Pero un día el pescador se volvió mas ambicioso y cuando casi no tenia dinero vendió todo lo que era de su propiedad para ofrecérselo al monje y así tener el doble de lo que antes tenia. Pero había un problema, y era que el monje solo devolvía el doble de la comida, pero del dinero no dejaba ni la huella. El pescador le ofreció todo su dinero y el monje se lo metió en el bolsillo y se fue. El pescador empezó a reprocharle al monje que le diera su dinero y este le respondió: -gracias por las comidas, pero si ya no tienes dinero ni comida no tengo nada que hacer aquí, así que adiós.
Y el monje resultó ser en verdad un monje sagrado, quien tenía una única misión, y era conseguir todo el dinero del mundo de una forma u otra, para que así el hombre pueda calmar su ambición. Pero el pescador, con toda la rabia que tenía le pidió prestado el rifle a su amigo el cazador y le dio dos plomazos al monje y le dijo:
-¡yo quiero ver que tu vas a hacer con esos que están ahora en tu barriga, buen ladrón!
El pescador fue y le quitó todo su dinero y siguió su vida normal como si nada pasara.
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